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Pasados mis primeros días en Suecia, creo que el principal problema es la geografía. No solo porque sigo sin saber donde están el norte y el sur, sino porque en el trópico uno asume ciertas cosas que mas al norte no tienen validez. Por ejemplo la ruta del sol, que en Colombia siempre está al oriente antes del medio día, justo encima al medio día, y al occidente después. También se asume que el día dura siempre lo mismo, que amanece a las 6 AM y anochece a las 6 PM.
Acá no es así, y no me acostumbro. Hay un poco menos de luz de sol cada día. De las casi 16 horas que había cuando llegué (amanecer poco después de las 5, anochecer poco antes de las 9), en dos semanas ha bajado a menos de 14. Eso se nota, se nota que no han pasado 24 horas desde el último atardecer. En las próximas dos semanas se perderá otra hora y media. Para el 22 de septiembre (equinoxio de otoño) el día durará las 12 horas a las que estaba acostumbrado, pero seguirá acortandose hasta el 21 de diciembre.
Y esos cambios en la luz del día no son lo único que extraño. A esta latitud el sol nunca se levanta mas allá de 30 grados, con lo que nunca se siente realmente que haya terminado de amanecer. Siempre se siente como si aún no fueran las 9, o como si ya hubieran pasado las 3. Eso choca con mi reloj biológico, y me hace difícil seguir la rutina diaria.
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Hoy pasó algo raro con mi arroz. Se pegó a la olla, lo cual no sería extraño si no fuera porque era arroz parbolizado, y hubiera podido jurar que ese arroz nunca se pega.
Pasados mis primeros días en Suecia, creo que el principal problema es la geografía. No solo porque sigo sin saber donde están el norte y el sur, sino porque en el trópico uno asume ciertas cosas que mas al norte no tienen validez. Por ejemplo la ruta del sol, que en Colombia siempre está al oriente antes del medio día, justo encima al medio día, y al occidente después. También se asume que el día dura siempre lo mismo, que amanece a las 6 AM y anochece a las 6 PM.
Acá no es así, y no me acostumbro. Hay un poco menos de luz de sol cada día. De las casi 16 horas que había cuando llegué (amanecer poco después de las 5, anochecer poco antes de las 9), en dos semanas ha bajado a menos de 14. Eso se nota, se nota que no han pasado 24 horas desde el último atardecer. En las próximas dos semanas se perderá otra hora y media. Para el 22 de septiembre (equinoxio de otoño) el día durará las 12 horas a las que estaba acostumbrado, pero seguirá acortandose hasta el 21 de diciembre.
Y esos cambios en la luz del día no son lo único que extraño. A esta latitud el sol nunca se levanta mas allá de 30 grados, con lo que nunca se siente realmente que haya terminado de amanecer. Siempre se siente como si aún no fueran las 9, o como si ya hubieran pasado las 3. Eso choca con mi reloj biológico, y me hace difícil seguir la rutina diaria.
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Hoy pasó algo raro con mi arroz. Se pegó a la olla, lo cual no sería extraño si no fuera porque era arroz parbolizado, y hubiera podido jurar que ese arroz nunca se pega.
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