Saturday, September 29, 2007

Porcelanas (o una carta abierta)

Una mujer tenía una repisa con figuras de porcelana. Figuras pequeñas, con detalles increíbles, que se mantenían delicados aún vistos con lupa. En un descuido infantil su hijo tiró la repisa y cayeron todas las porcelanas, muchas con suerte y otras no tanto. La mujer, que había hecho su colección durante muchos años y tenía recuerdos especiales con cada figura y por tanto las quería tanto como a los recuerdos mismos, tomó las figuras que habían sobrevivido, y las puso nuevamente en la repisa, sin cambiar para nada la posición que antes tenían.

Ahora la repisa estaba casi llena, pero saltaban a la vista los vacíos, y lo que es peor, eran vacíos que evocaban presencias. En ese hueco estaba un viaje, en ese otro un amor, en aquel una herencia de la abuela. Algunos vacíos quiso llenarlos comprando figuras nuevas, pero no tenían ningún valor sentimental, y hacían ver falsa la colección, así que desistió de su intento.

Pero nada es eterno, ni las porcelanas ni los vacíos, y poco a poco las figuras que había en la repisa fueron acomodadas de nuevo. Los vacíos no se taparon, pero dejaron de tener nombre y se convirtieron en simples espacios, que daban la posibilidad de abrir campo para una nueva figura cuando llegara el momento

Esa es la vida, siempre llena, siempre vacía. No importa si hoy viene una crisis donde parece que se ha perdido mucho, la vida está siempre dispuesta a abrir un espacio para el que quiera vivir.