Te cuento una historia? Ven, sientate acá y te la cuento. No me mires así, que solo es una historia. Piensas que ya conoces todas mis historias, porque todas se parecen, pero esta es como ninguna otra. Esta tiene monstruos, y magos y un héroe. ¿No te parece original? Sientate y déjame contarte, verás que es especial.
Esta historia empieza en una época en que la tierra estaba llena de magia. No vemos mucha magia en estos días, pero en esa época magia era todo lo que había. Había magia para lo bueno y para lo malo, magia para enfermar y para sanar, magia para crecer y magia para hacerse pequeño.
¿No me crees? Si no hubiera magia nuestro héroe, a quien el tiempo le ha quitado el nombre, no habría podido vivir lo que vivió; porque todo empieza con la búsqueda de una fruta mágica, que le dará todo lo que se merece a aquel que la come. Se necesita ser muy valiente, o muy estúpido para comerla. Nadie sabe lo que se merece, y muchos se merecen tan poco. Pues bueno, nuestro héroe era joven y arrogante, y estaba convencido de que la fruta le daría todo el poder del mundo.
El árbol donde crecía la fruta mágica estaba en un rincón muy apartado del reino, así se preparó para el viaje, se aprovisionó de comida, bebida, mapas, dinero y un buen caballo. Era un camino difícil, ya en el primer pueblo se encontró con problemas... ¿Estás impaciente? Sí, puedo hacer la historia corta, los detalles solo adornan, pero ¿no es mas bonito oír la historia adornada? Está bien, voy a saltar los detalles y te voy a contar la parte importante.
Después de muchas jornadas nuestro héroe llegó junto al árbol mágico. Como el hotel del Hilbert con sus infinitos cuartos, nuestro árbol tenía infinitas ramas que llegaban hasta el infinito ¿Has notado que lo mas cercano que tenemos a la magia hoy en día son las matemáticas? Los matemáticos son como magos que hacen conjuros en papel, y con cada respuesta crean mil nuevas preguntas.
En fin, nuestro héroe llegó junto al árbol mientras era perseguido por bestias diabólicas. Allí paró y las enfrentó (no, no te voy a contar por qué lo perseguían, ¿no me dijiste que tenías afán?). La verdad es que las bestias diabólicas son miedosas, y nuestro héroe era valiente, así que después de algunos minutos de lucha renunciaron a su presa y regresaron a casa. Nuestro héroe había vencido a sus enemigos y así pudo comenzar a trepar.
Preguntarás como se trepa a un árbol infinito. Pues una rama a la vez, como se hace con los árboles normales. Solo que hay que hacerlo en tiempos infinitamente pequeños, tan cortos que no hay tiempo para fijarse en donde se ponen los pies. Por eso pasó lo inevitable. Un pie que pierde el apoyo, justo cuando el cuerpo entero recarga su peso en el. Una caída desde gran altura, a velocidades increíbles. Un golpe que no dolió, pero hirió profundamente a nuestro héroe.
Pero no fue su fin. La reina cuidó de el hasta que sus heridas sanaron. ¿Quieres saber si consiguió algún día la fruta mágica? Claro, nuestro héroe insistió e insistió hasta llegar a la rama mas alta. ¿Sabes lo que recibió de la fruta mágica? El sabor mas dulce. Por esa fruta luchó, y esa fruta era lo que se merecía.
¿No me crees que haya pasado? Tal vez no fue tal cual como te lo conté, pero ese árbol de guayaba que que ves ahí llegaba hasta el cielo cuando yo era niño. Y muchas veces mi mamá tuvo que curarme las heridas que me hice al caer de el, mientras luchaba batallas contra seres mágicos, porque en esa época magia era todo lo que había en el mundo.
Esta historia empieza en una época en que la tierra estaba llena de magia. No vemos mucha magia en estos días, pero en esa época magia era todo lo que había. Había magia para lo bueno y para lo malo, magia para enfermar y para sanar, magia para crecer y magia para hacerse pequeño.
¿No me crees? Si no hubiera magia nuestro héroe, a quien el tiempo le ha quitado el nombre, no habría podido vivir lo que vivió; porque todo empieza con la búsqueda de una fruta mágica, que le dará todo lo que se merece a aquel que la come. Se necesita ser muy valiente, o muy estúpido para comerla. Nadie sabe lo que se merece, y muchos se merecen tan poco. Pues bueno, nuestro héroe era joven y arrogante, y estaba convencido de que la fruta le daría todo el poder del mundo.
El árbol donde crecía la fruta mágica estaba en un rincón muy apartado del reino, así se preparó para el viaje, se aprovisionó de comida, bebida, mapas, dinero y un buen caballo. Era un camino difícil, ya en el primer pueblo se encontró con problemas... ¿Estás impaciente? Sí, puedo hacer la historia corta, los detalles solo adornan, pero ¿no es mas bonito oír la historia adornada? Está bien, voy a saltar los detalles y te voy a contar la parte importante.
Después de muchas jornadas nuestro héroe llegó junto al árbol mágico. Como el hotel del Hilbert con sus infinitos cuartos, nuestro árbol tenía infinitas ramas que llegaban hasta el infinito ¿Has notado que lo mas cercano que tenemos a la magia hoy en día son las matemáticas? Los matemáticos son como magos que hacen conjuros en papel, y con cada respuesta crean mil nuevas preguntas.
En fin, nuestro héroe llegó junto al árbol mientras era perseguido por bestias diabólicas. Allí paró y las enfrentó (no, no te voy a contar por qué lo perseguían, ¿no me dijiste que tenías afán?). La verdad es que las bestias diabólicas son miedosas, y nuestro héroe era valiente, así que después de algunos minutos de lucha renunciaron a su presa y regresaron a casa. Nuestro héroe había vencido a sus enemigos y así pudo comenzar a trepar.
Preguntarás como se trepa a un árbol infinito. Pues una rama a la vez, como se hace con los árboles normales. Solo que hay que hacerlo en tiempos infinitamente pequeños, tan cortos que no hay tiempo para fijarse en donde se ponen los pies. Por eso pasó lo inevitable. Un pie que pierde el apoyo, justo cuando el cuerpo entero recarga su peso en el. Una caída desde gran altura, a velocidades increíbles. Un golpe que no dolió, pero hirió profundamente a nuestro héroe.
Pero no fue su fin. La reina cuidó de el hasta que sus heridas sanaron. ¿Quieres saber si consiguió algún día la fruta mágica? Claro, nuestro héroe insistió e insistió hasta llegar a la rama mas alta. ¿Sabes lo que recibió de la fruta mágica? El sabor mas dulce. Por esa fruta luchó, y esa fruta era lo que se merecía.
¿No me crees que haya pasado? Tal vez no fue tal cual como te lo conté, pero ese árbol de guayaba que que ves ahí llegaba hasta el cielo cuando yo era niño. Y muchas veces mi mamá tuvo que curarme las heridas que me hice al caer de el, mientras luchaba batallas contra seres mágicos, porque en esa época magia era todo lo que había en el mundo.
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