Tal vez sea porque todos hemos vivido un poco de lo que muestran esas películas, o tal vez sea yo, pero este tipo de películas me hace sentir identificado un poco identificado con todos los personajes. Es el tipo de película que no te distrae con tramas complicadas, o escenas demasiado vistosas.
La narrativa de la película descansa sobre todo en los diálogos y en las excelentes actuaciones. Creo que si cada cual juntara las mejores conversaciones que ha tenido con sus amores y amigos, podría tener el libreto de esta película. Mucho mas difícil sería lograr el color de cada escena, la delicada textura de cada punto de inflexión, y esa sensación de calma nocturna que logra trasmitir, incluso cuando es de día.
El argumento es simple, Elizabeth tiene el corazón roto, porque su novio la engaño. Jeremy es el dueño de un café que termina guardando las llaves que Lizie quiere (y no quiere) devolver a su novio. Un día Lizie se cansa de esperar a que su ex-novio recoja las llaves, y se va a recorrer EE.UU. Su único contacto con Jeremy son las postales que ella regularmente envía.
En cada postal Lizie pone un poco del mundo que ahora tiene alrededor. Un poco de su nueva perspectiva del mundo, un poco de su búsqueda de... Bueno, en la película no dicen que busca, pero durante el viaje el director incrustó anuncios diciendo cuantos días y cuantos kilómetros llevaba Lizie en su viaje. Como el viaje empieza en New York y termina en New York, diría que es un viaje busca de si misma, de otra forma no tendría sentido terminar en el mismo lugar que se empezó.
Me queda de esta película el recuerdo del "blueberry pie", que nadie quiere comer, de las llaves que se guardan porque no se quiere cerrar la puerta del todo, de las puertas que se cierran con la esperanza de que algún día se vuelvan a abrir, y del día en que descubres que no había nada malo en el pastel, que aunque tengas la llave ya no te interesa usarla, y de que hace mucho que no esperas ver abierta la puerta que cerraste.
La narrativa de la película descansa sobre todo en los diálogos y en las excelentes actuaciones. Creo que si cada cual juntara las mejores conversaciones que ha tenido con sus amores y amigos, podría tener el libreto de esta película. Mucho mas difícil sería lograr el color de cada escena, la delicada textura de cada punto de inflexión, y esa sensación de calma nocturna que logra trasmitir, incluso cuando es de día.
El argumento es simple, Elizabeth tiene el corazón roto, porque su novio la engaño. Jeremy es el dueño de un café que termina guardando las llaves que Lizie quiere (y no quiere) devolver a su novio. Un día Lizie se cansa de esperar a que su ex-novio recoja las llaves, y se va a recorrer EE.UU. Su único contacto con Jeremy son las postales que ella regularmente envía.
En cada postal Lizie pone un poco del mundo que ahora tiene alrededor. Un poco de su nueva perspectiva del mundo, un poco de su búsqueda de... Bueno, en la película no dicen que busca, pero durante el viaje el director incrustó anuncios diciendo cuantos días y cuantos kilómetros llevaba Lizie en su viaje. Como el viaje empieza en New York y termina en New York, diría que es un viaje busca de si misma, de otra forma no tendría sentido terminar en el mismo lugar que se empezó.
Me queda de esta película el recuerdo del "blueberry pie", que nadie quiere comer, de las llaves que se guardan porque no se quiere cerrar la puerta del todo, de las puertas que se cierran con la esperanza de que algún día se vuelvan a abrir, y del día en que descubres que no había nada malo en el pastel, que aunque tengas la llave ya no te interesa usarla, y de que hace mucho que no esperas ver abierta la puerta que cerraste.