envidia. | ||
(Del lat. invidĭa). | ||
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno. | ||
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee. | ||
comerse alguien de ~. | ||
1. fr. coloq. Estar enteramente poseído de ella. |
La segunda definición es la que en lenguaje coloquial llamamos "envidia de la buena", y no hay nada realmente malo en ello. Es la primera acepción la que corresponde al pecado capital y es de lo que quiero hablar. Pero, ¿es solo tristeza lo que se siente cuando nos come la envidia? Quien no haya sentido envidia podría pensar, al ver a un envidioso, que la envidia se parece mas al odio: se odia a aquel que tiene lo que nosotros no tenemos; una definición que nos deja comtentos a todos, o casi...
¿Como nace la envidia? La envidia no nace simplemente porque alguien tenga lo que nosotros no tenemos; si mi vecino tiene un televisor de 54 pulgadas y yo no, eso no necesariamente me hará envidiarlo. Tampoco es motivo de envidia el no poder tener algo; no envidio a Donald Trump por que el tenga un avión y yo no. No envidiamos a aquel que tiene algo que nosotros podríamos conseguir si nos lo propusieramos, ni a quien tiene algo que nosotros no podríamos tener aunque quisieramos. Envidiamos al compañero que consiguió el ascenso que queríamos, envidimos al hombre que se acuesta con la mujer que deseamos, envidiamos a quien tiene lo que deseamos y no podemos tener.
Cuando conocemos a aquel que tiene lo que queremos, llegamos a odiarlo, no solo a sentir tristeza por su felicidad. Pero ese odio no es inherente a la envidia. Si deseamos a nuestra compañera de trabajo, y nunca llegamos a conocer al novio ¿podemos odiar a ese personaje desconocido? Nos quedamos entonces con el dolor que nos causa su felicidad. Con la sola tristeza del bien ajeno.