El presidente Alvaro Uribe no hace sino chocar últimamente. Choca con el partido liberal, con el polo democrático, con las ONG, con los detractores de su gobierno. Sus enfrentamientos parecen consumir todo el tiempo que le dedican los medios, y no parece que la situación vaya a mejorar. Siendo un hecho inevitable la aprovación de la reelección presidencial, el presidente en ejercicio ya no es solo el presidente: es el candidato presidencial de un partido aún por definir (en el caso de Uribe).
El particular estilo de Uribe para hacer campaña está alcanzando en los últimos días su nivel mas alto. No parece haber ningún tema mas importante que mantener su imágen de hombre fuerte, su imágen como el único presidente que ha trabajado por el país. Para lograrlo arremete contra cualquiera que lo critique, utilizando (como es común en política) todas las falacias lógicas imaginables, acusando a sus detractores de no tener autoridad moral para criticarlo, de haberlo hecho peor que el y de querer solo un cargo público (argumento absurdo, dado que todos los que están en política van detras de eso).
Esta situación es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos a partir de ahora y mientras el congreso decida mantener la figura de la reelección inmediata, o hasta que nuestra democracia madure lo suficiente para que la constitución no sea una ley mas que el presidente en ejercicio puede manipular según su acomodo.
El particular estilo de Uribe para hacer campaña está alcanzando en los últimos días su nivel mas alto. No parece haber ningún tema mas importante que mantener su imágen de hombre fuerte, su imágen como el único presidente que ha trabajado por el país. Para lograrlo arremete contra cualquiera que lo critique, utilizando (como es común en política) todas las falacias lógicas imaginables, acusando a sus detractores de no tener autoridad moral para criticarlo, de haberlo hecho peor que el y de querer solo un cargo público (argumento absurdo, dado que todos los que están en política van detras de eso).
Esta situación es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos a partir de ahora y mientras el congreso decida mantener la figura de la reelección inmediata, o hasta que nuestra democracia madure lo suficiente para que la constitución no sea una ley mas que el presidente en ejercicio puede manipular según su acomodo.