La reciente propuesta del presidente Uribe de no extraditar a Simon Trinidad si las FARC liberan a 63 (de los cientos, tal vez miles) de secuestrados que tienen en su poder, me lleva a una sola conclusión: el gobierno colombiano le está negociando a las FARC en sus mismos términos.
Durante los últimos años la guerrilla ha secuestrado (retenido, dicen las FARC) decenas de políticos, soldados, militares de rangos medios y algunos extranjeros, y los han utilizado como herramienta de negociación para lograr su tan ansiado despeje. Solo que no existe ninguna negociación. La guerrilla se limita a exigir sin ofrecer nada a cambio, excepto la libertad de personas que no deberían estar privadas de ella para empezar. Se limita a chantajear al gobierno utilizando para ello a las personas que sufren del secuestro y a las familias que sufren la incertidumbre. Lo hizo cuando le dió un plazo de dos años al gobierno para cumplir con las exigencias hechas para liberar a Ingrid Betancourt, cumplidos los dos años Ingrid desapareció completamente, no hay señales de supervivencia, ningún comunicado, ninguna exigencia adicional, nada de nada.
Ahora el gobierno juega con las mismas cartas, y algunas cartas adicionales. Primero indulta a 23 guerrilleros que se encontraban presos en diferentes carceles del país. Segundo aprueba la extradición de Salvatore Mancuso (jefe de las AUC), pero la suspende mientras el se comprometa a trabajar por la desmovilización de todos paramilitares, algo que Mancuso ya venía haciendo. Tercero aprueba la extradición de Simon Trinidad, un cabecilla de las FARC, pero ofrece suspenderla si se liberan a 63 secuestrados, incluyendo a Ingid Betancourt. Es decir, responde al chantaje con chantaje.
El problema del chantaje es que no se sabe como va a reaccionar el chantajeado, y estoy casi seguro de que las FARC van a responder al gobierno como el gobierno les ha respondido: sin ceder. Solo que para las FARC es un juego donde solo puede perder. Si ceden no se vería como un gesto de paz, sino como un gesto de debilidad. Si no lo hacen se verán como tercos y sin interes en negociar. Y en cualquier caso legitiman la no extradición de Mancuso
A corto plazo esta situación beneficia claramente la política guerrerista de Uribe, pero deja a los secuestrados en una situación peor que la inicial: después de extraditar a Trinidad, ya no existe una de las mas valiosas fichas de intercambio con la guerrilla, y eso es debido al otro defecto del chantaje: no sirve para nada cuando se han cumplido las amenzas.
Durante los últimos años la guerrilla ha secuestrado (retenido, dicen las FARC) decenas de políticos, soldados, militares de rangos medios y algunos extranjeros, y los han utilizado como herramienta de negociación para lograr su tan ansiado despeje. Solo que no existe ninguna negociación. La guerrilla se limita a exigir sin ofrecer nada a cambio, excepto la libertad de personas que no deberían estar privadas de ella para empezar. Se limita a chantajear al gobierno utilizando para ello a las personas que sufren del secuestro y a las familias que sufren la incertidumbre. Lo hizo cuando le dió un plazo de dos años al gobierno para cumplir con las exigencias hechas para liberar a Ingrid Betancourt, cumplidos los dos años Ingrid desapareció completamente, no hay señales de supervivencia, ningún comunicado, ninguna exigencia adicional, nada de nada.
Ahora el gobierno juega con las mismas cartas, y algunas cartas adicionales. Primero indulta a 23 guerrilleros que se encontraban presos en diferentes carceles del país. Segundo aprueba la extradición de Salvatore Mancuso (jefe de las AUC), pero la suspende mientras el se comprometa a trabajar por la desmovilización de todos paramilitares, algo que Mancuso ya venía haciendo. Tercero aprueba la extradición de Simon Trinidad, un cabecilla de las FARC, pero ofrece suspenderla si se liberan a 63 secuestrados, incluyendo a Ingid Betancourt. Es decir, responde al chantaje con chantaje.
El problema del chantaje es que no se sabe como va a reaccionar el chantajeado, y estoy casi seguro de que las FARC van a responder al gobierno como el gobierno les ha respondido: sin ceder. Solo que para las FARC es un juego donde solo puede perder. Si ceden no se vería como un gesto de paz, sino como un gesto de debilidad. Si no lo hacen se verán como tercos y sin interes en negociar. Y en cualquier caso legitiman la no extradición de Mancuso
A corto plazo esta situación beneficia claramente la política guerrerista de Uribe, pero deja a los secuestrados en una situación peor que la inicial: después de extraditar a Trinidad, ya no existe una de las mas valiosas fichas de intercambio con la guerrilla, y eso es debido al otro defecto del chantaje: no sirve para nada cuando se han cumplido las amenzas.