Ayer tuvimos sol en Xi'an, lo habíamos extrañado durante el viaje. Estuvimos toda la tarde tirados en un parque, y a las 5 tomamos el tren a Xiangfan. No estaba muy seguro de donde quedaba hasta hace 5 minutos que lo busqué por internet, pero sabía que tenía que estar allá antes de las 3:40 AM para tomar el tren de las 4:06 rumbo a Zhangjiajie.
Por desgracia nuestro tren llegó a la estación a las 3:55, y el K267 (nuestro otro tren) ya estaba en la plataforma, lo cual no hubiera estado mal si hubieramos tenido tiquetes. Como no teníamos corrimos desesperadamente a la taquilla, pero ya eran las 4:04 cuando llegamos, demasiado tarde. Tuvimos que tomar el tren de las 10, y solo llegamos a nuestro hotel a las 7:30. Antes de contar lo bonito que es el hotel quiero contar sobre el viaje en tren.
Aunque china es muy bonita, los chinos son otro cantar. El chino del común es sucio, escupe en el piso, bota la basura a la calle, hace ruido al comer y otras cosas que nosotros consideramos intolerables. El tren que tomamos no era uno de los bonitos que nos llevaron a Xi'an, era uno común, con camas duras, y miles de chinos que escupen y hacen ruidos desagradables.
El asunto fue mucho peor en el segundo tren, que solo tenía sillas duras y era un "cebollero", lleno de chinos olorosos cargando cosas olorosas, comiendo una horrible comida procesada. No me malentiendan, la comida china es rica, pero esas cosas que venden para agregar agua caliente "y listo" son horribles.
Nuestro viaje programado para 14 largas horas, terminó convirtendose en un viaje de 26 interminables horas en compañía de malos olores, e incapaces de probar un solo bocado de comida. Lo peor es que en este punto de verdad era imposible comunicarse con alguien en inglés. Solo mi balbuceante chino nos permitía establecer algún tipo de comunicación. Ahora, para no hablar solo mal de los chinos, pese a ser chinos cochinos fueron muy colaboradores, y nos avisaron cuando llegamos a nuestro destino, algo que no hubieramos podido averiguar por nosotros mismos.
Las 26 horas en tren también sirvieron para reconocer la nueva china rural. A la salida de Xi'an vimos muchas montañas cortadas, y muchas ladrilleras. La extensión de la explotación es tal que las ladrilleras de Bogotá parecen poco dañinas al lado de estas. A lo largo de todo el camino vimos también muchas obras. Puentes, túneles y grúas de construcción hasta en el pueblo mas pequeño dan testimonio del hambre de crecimiento de la nueva china. Viendo todo esto era imposible no pensar en las montañas de Xi'an, y saber que esas montañas ultrajadas, cuyas heridas perdurarán mucho mas que aquellos que las hirieron, son las que alimentan el apetito de piedra, grava y arcilla de la nueva potencia mundial.
También vimos un cambio progresivo desde xi'an hasta zhangjiajie. Cerca a Xi'an el suelo se veía seco, y aún viendo los cultivos era difícil hacerse a la idea de que brotaban de esa tierra roja y seca. Pero a medida que viajabamos al sur la tierra cambiaba también, y los cultivos se veían cada vez mas bonitos. Primero parcelas, y luego los arrozales en hunan, que se ven como los de las películas, casi infinitos a los pies de las montañas.
Cuando el viaje se había hecho de verdad intolerable, y comenzaba a asustarme por mi incapacidad para comunicarme, llegamos a Zhangjiajie. Un taxi nos trajo hasta el hotel, y solo ver el parque hizo desaparecer mi cansancio, y me hizo sentir muy feliz. Como no puedo describir con palabras el lugar, incluyo una foto, para que se hagan una idea.
Aunque china es muy bonita, los chinos son otro cantar. El chino del común es sucio, escupe en el piso, bota la basura a la calle, hace ruido al comer y otras cosas que nosotros consideramos intolerables. El tren que tomamos no era uno de los bonitos que nos llevaron a Xi'an, era uno común, con camas duras, y miles de chinos que escupen y hacen ruidos desagradables.
El asunto fue mucho peor en el segundo tren, que solo tenía sillas duras y era un "cebollero", lleno de chinos olorosos cargando cosas olorosas, comiendo una horrible comida procesada. No me malentiendan, la comida china es rica, pero esas cosas que venden para agregar agua caliente "y listo" son horribles.
Nuestro viaje programado para 14 largas horas, terminó convirtendose en un viaje de 26 interminables horas en compañía de malos olores, e incapaces de probar un solo bocado de comida. Lo peor es que en este punto de verdad era imposible comunicarse con alguien en inglés. Solo mi balbuceante chino nos permitía establecer algún tipo de comunicación. Ahora, para no hablar solo mal de los chinos, pese a ser chinos cochinos fueron muy colaboradores, y nos avisaron cuando llegamos a nuestro destino, algo que no hubieramos podido averiguar por nosotros mismos.
Las 26 horas en tren también sirvieron para reconocer la nueva china rural. A la salida de Xi'an vimos muchas montañas cortadas, y muchas ladrilleras. La extensión de la explotación es tal que las ladrilleras de Bogotá parecen poco dañinas al lado de estas. A lo largo de todo el camino vimos también muchas obras. Puentes, túneles y grúas de construcción hasta en el pueblo mas pequeño dan testimonio del hambre de crecimiento de la nueva china. Viendo todo esto era imposible no pensar en las montañas de Xi'an, y saber que esas montañas ultrajadas, cuyas heridas perdurarán mucho mas que aquellos que las hirieron, son las que alimentan el apetito de piedra, grava y arcilla de la nueva potencia mundial.
También vimos un cambio progresivo desde xi'an hasta zhangjiajie. Cerca a Xi'an el suelo se veía seco, y aún viendo los cultivos era difícil hacerse a la idea de que brotaban de esa tierra roja y seca. Pero a medida que viajabamos al sur la tierra cambiaba también, y los cultivos se veían cada vez mas bonitos. Primero parcelas, y luego los arrozales en hunan, que se ven como los de las películas, casi infinitos a los pies de las montañas.
Cuando el viaje se había hecho de verdad intolerable, y comenzaba a asustarme por mi incapacidad para comunicarme, llegamos a Zhangjiajie. Un taxi nos trajo hasta el hotel, y solo ver el parque hizo desaparecer mi cansancio, y me hizo sentir muy feliz. Como no puedo describir con palabras el lugar, incluyo una foto, para que se hagan una idea.
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