Algunas veces queremos hacer algo y no lo hacemos. Otras veces hacemos cosas de las que nos creíamos incapaces. ¿Qué hace que unas veces podamos y otras no? Yo diría que es la voluntad. Si pensamos que la vida es como un barco, donde hay una vela, un timón y algunas ayudas para encontrar tu destino. El destino está trazado por nuestros deseos, nuestras esperanzas y nuestros miedos. Cada cosa que hacemos es el viento que empuja la vela, y el timón es nuestra voluntad.
No todos tenemos la voluntad de un salmón remontando el río. Es fácil tener fuerza de voluntad cuando el viento sopla a favor, o cuando no estamos luchando contra nada, cuando solo dejamos pasar. Muchas veces la vida es difícil, y el recorrido se torna desagradable, y nos encontramos agarrando el timón contra viento y marea. Algunas veces somos lo suficientemente fuertes para sostener el timón, mientras que otras renunciamos y dejamos que el viento nos lleve.
Pero la vida se mueve aún si no sabemos a donde vamos, aún si soltamos el timón y dejamos el barco a la deriva. Solo que así no vamos a ninguna parte. Hoy parece que tengo un buen viento, y que aunque por mucho tiempo me negué a hacerlo, es hora de fijar un rumbo, y tener la voluntad para seguirlo, aunque el viento cambie a mitad del viaje.
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