Hay muchas cosas que vuelan. Algunas vivas y otras no. Para nosotros, y para la mayoría de los animales terrestres, el aire es un algo casi inexistente. Somos grandes y pesados, y nos hundimos en la atmósfera como un bloque de cemento en el agua. Pero para algunos seres, y algunas cosas, el aire es muy tangible, y se sostienen en él tal como un pez en el agua.
Hace algún tiempo escribí una serie de mini cuentos sobre cosas que vuelan, y se los obsequié, uno a uno, a la mujer que quería a mi lado. Escribí 17 en poco mas de un mes. Esa producción acelerada fue la consecuencia de un corazón enamorado. Ese corazón enamorado, y ese deseo de escribirlo todo, causaron una serie de problemas: la gramática está llena de errores, hay palabras que se repiten de manera dolorosa, y las historias pueden sonar demasiado cursis.
A pesar de esto, siento que son escritos bonitos, y que a alguien podrían gustarle. Como ya ha pasado tiempo y se ha perdido un poco el vínculo entre las historias y la destinataria; y como no tengo mucha inspiración para escribir en mi blog (ni siquiera la marcha contra las FARC logró emocionarme lo suficiente); he decidido publicar esas pequeñas historias, empezando mañana
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