Muchas veces nos piden que usemos "las palabras mágicas". Frases como "por favor", "gracias", "lo siento" son consideradas como tales, pero no deberían serlo. De nada sirve decir "por favor" y "gracias" si no estamos realmente agradecidos. Mucho menos decir "lo siento" si en verdad no lo sentimos. Todos hemos oído un "por favor" arrogante, "gracias" llenas de ira y muchos "lo siento" con tono de "y si no le gusta, jódase". Para ser perdonado es necesario necesario entender que se hizo mal, y como consecuencia tener el deseo de enmendar lo dañado. No hay palabras mágicas.
Es por eso que no parecen muy sinceras las disculpas del presidente Uribe al CICR (comité internacional de la cruz roja), ni parecen muy sincero el CICR cuando las acepta. Seguramente hay razones para ambas cosas. No solo la actitud arrogante y autoritaria que siempre ha mostrado el presidente y su gobierno; sino también razones relacionadas directamente con este caso en particular. Cuando el presidente dice que un oficial se asustó al ver tanto guerrillero y se puso la insignia de la cruz roja, da una excusa infantil. ¿Por qué extraña razón tendría un oficial del ejército colombiano insignias de la cruz roja consigo? No me imagino los morrales de los oficiales incluyendo una manta, jabón y una insignia de la cruz roja. Mayor muestra del escaso arrepentimiento del gobierno es el resultado del error del oficial. No van a hacer nada. No van a investigar por qué tenía la insignia, ni si ha habido uso indebido de las insignias del CICR, ni nada.
Podríamos decir que hay buenas razones para estas disculpas solo de forma. La primera es que , pese a ser una operación militar, aquellos que usaron las insignias iban por completo desarmados. No hubieran podido matar guerrilleros aunque hubieran querido. La segunda es que se liberaron civiles secuestrados desde hace muchos años, algo que todos (excepto las FARC) celebramos. Es decir que no solo no se disparó contra el enemigo, sino que no hubo nunca la intención de hacerlo. Bajo estas circunstancias es difícil que alguien pueda acusar al ejercito colombiano de perfidia.
La segunda razón es que el presidente se sostiene sobre un colchón de popularidad que lo hace inmune a los errores. Puede cambiar de opinión cada semana, mentir, desconocer a sus amigos cuando se meten en problemas, pasar por encima de la constitución y aún así no le va a pasar nada, nunca nadie le va a pasar factura.
Le quedan entonces pocas opciones al CICR. No puede iniciar un proceso penal, porque no está claro que la conducta del ejercito colombiano caiga dentro de la definición penal. Puede insistir en una investigación y una promesa de que no vuelva a pasar, pero se estrellaría contra la voluntad del pueblo colombiano, que ya los ve un poco como amigos de las FARC. No tiene mucho que perder, ya que las FARC tampoco se han mostrado respetuosas con las insignias de la cruz roja, y en varias ocasiones han atacado ambulancias de la entidad. Les queda entonces aparentar que aceptan las disculpas, y tratar de seguir adelante.
Es por eso que no parecen muy sinceras las disculpas del presidente Uribe al CICR (comité internacional de la cruz roja), ni parecen muy sincero el CICR cuando las acepta. Seguramente hay razones para ambas cosas. No solo la actitud arrogante y autoritaria que siempre ha mostrado el presidente y su gobierno; sino también razones relacionadas directamente con este caso en particular. Cuando el presidente dice que un oficial se asustó al ver tanto guerrillero y se puso la insignia de la cruz roja, da una excusa infantil. ¿Por qué extraña razón tendría un oficial del ejército colombiano insignias de la cruz roja consigo? No me imagino los morrales de los oficiales incluyendo una manta, jabón y una insignia de la cruz roja. Mayor muestra del escaso arrepentimiento del gobierno es el resultado del error del oficial. No van a hacer nada. No van a investigar por qué tenía la insignia, ni si ha habido uso indebido de las insignias del CICR, ni nada.
Podríamos decir que hay buenas razones para estas disculpas solo de forma. La primera es que , pese a ser una operación militar, aquellos que usaron las insignias iban por completo desarmados. No hubieran podido matar guerrilleros aunque hubieran querido. La segunda es que se liberaron civiles secuestrados desde hace muchos años, algo que todos (excepto las FARC) celebramos. Es decir que no solo no se disparó contra el enemigo, sino que no hubo nunca la intención de hacerlo. Bajo estas circunstancias es difícil que alguien pueda acusar al ejercito colombiano de perfidia.
La segunda razón es que el presidente se sostiene sobre un colchón de popularidad que lo hace inmune a los errores. Puede cambiar de opinión cada semana, mentir, desconocer a sus amigos cuando se meten en problemas, pasar por encima de la constitución y aún así no le va a pasar nada, nunca nadie le va a pasar factura.
Le quedan entonces pocas opciones al CICR. No puede iniciar un proceso penal, porque no está claro que la conducta del ejercito colombiano caiga dentro de la definición penal. Puede insistir en una investigación y una promesa de que no vuelva a pasar, pero se estrellaría contra la voluntad del pueblo colombiano, que ya los ve un poco como amigos de las FARC. No tiene mucho que perder, ya que las FARC tampoco se han mostrado respetuosas con las insignias de la cruz roja, y en varias ocasiones han atacado ambulancias de la entidad. Les queda entonces aparentar que aceptan las disculpas, y tratar de seguir adelante.